En las afueras de Ses Salines, en una pequeña granja de piedra, Adriana Meunié vive con su mascota, una cabra llamada Henry Petit, y una generosa reserva de lana y hierba. Su vida es sencilla, relajada y característica de la herencia mallorquina, que comparte con su socio Jaume Roig y su rebaño de ovejas. Sin embargo, los últimos tiempos han sido muy ajetreados, ya que el trabajo de Adriana se ha encargado en toda Mallorca y en lugares tan lejanos como Estados Unidos, Suecia y el Reino Unido (incluyendo Harrods en Londres). Sus hermosas obras, que incluyen cortes en seco de hojas y hierbas autóctonas, están llamando la atención de forma natural, lo que, según Adriana, se debe a su “belleza autóctona mallorquina”.
Inspirada por la forma
Después de estudiar moda en Barcelona en 2014, Adriana regresó a su isla natal, Mallorca. Creció originalmente en Cala Llombards, en la zona costera de Santanyí en una familia de ascendencia americana y francesa. Con su experiencia en el mundo de la moda ya había plantado la semilla para trabajar con telas, pero fue un día cualquiera en el que vio un pelaje de oveja lo que lo cambió todo. “Estaba extendido en una silla y recuerdo que me fijé en su forma. La forma en la que se doblaba sobre los brazos de la silla me intrigó”. La lana de oveja es uno de los principales materiales que usa Adriana, que lava, seca y estiliza para darle forma y luego la fija a la tela. La misma técnica se aplica también a la cuerda, la hierba y las hojas, que Adriana puede pasar hasta tres semanas trenzando para convertirlas en obras de arte.
Conservación del material
Algunas de las piezas de Adriana pueden verse en Mallorca en la obra maestra minimalista Es Raco d’Artà y en el lujoso hotel Can Cera. En estos hoteles, Adriana colaboró con los arquitectos locales Toni Esteva y Luis Fernández para llevar el auténtico sentimiento de Mallorca al mundo del alojamiento de cinco estrellas. Es Raco d’Artà, en particular, se define por los tejidos orgánicos, ofreciendo la base perfecta para que Adriana muestre sus piezas. “Si te fijas en cómo se mueve la hierba, es perfecta tal y como es. Poder conservar un material así y trabajar con alguien como Toni Esteva fue un verdadero honor”.
Aunque el trabajo de Adriana refleja la Mallorca rural, insiste en que el contraste es lo que hace que sus piezas tengan una imagen tan fuerte. “Cuando creo mis piezas, a menudo pienso en la gente de la ciudad. En el Hotel Can Cera de Palma, por ejemplo, integramos mi tapiz en el estilo grandioso del hotel. Los materiales rústicos son ideales para crear una pausa”, dice, pensando en aquellos que tienen la agenda llena y horarios ocupados. Siguiendo su línea de pensamiento, le preguntamos por su propia agenda y sonríe. “Tengo una lista de espera de varios meses de varias piezas grandes y pequeñas”, dice, trabajando al ritmo del mundo natural que la rodea. Constante, firme, pero salvajemente creativa.
Photos by Sara Savage