El hijo secreto de Pablo Escobar

El artista, que está afincado en Mallorca, nos explica cómo y por qué dejó Colombia y empezó una nueva en la isla

Phillip Witcomb

Cuesta creer que el amable y elocuente hombre que tengo enfrente pueda ser familia del “señor de la droga” más rico y conocido del mundo, del colombiano que llegó a controlar el 80 % del mercado global de cocaína, del responsable de innumerables asesinatos. Pero Phillip Witcomb me enseña la prueba de que Pablo Escobar es efectivamente su padre y de que él fue bautizado como Roberto Sendoya Escobar.

Phillip tiene un singular parecido físico con su padre, aunque a diferencia de él, sus ojos desprenden cordialidad. Sin duda, Phillip cuenta con el donaire y humor que caracterizan a las personas educadas en los internados británicos.

Phillip nació a mediados de los sesenta. Hijo secreto de un Escobar de 16 años y de María Luisa Sendoya, de 14, fue rescatado por Pat Witcomb, el hombre que se convertiría en su padre adoptivo.
“Pat era agente del MI6 y trabajaba en Colombia cuando se topó conmigo durante una arriesgada operación para desenmascarar bienes ocultos de un cártel. Yo considero que mis padres son Pat y Joan Witcomb”, dice Phillip.

Disfrutó de la lujosa vida que llevaban los expatriados en Bogotá hasta los nueve años, cuando su padre adoptivo, todo un personaje a lo James Bond, creyó que era más seguro sacarlo de Colombia. Lo mandó a un internado de Herefordshire, en Inglaterra. Aun así, durante sus vacaciones, recibía visitas de mandatarios colombianos con cierta regularidad.

“Siempre supe que era adoptado, pero no tenía ni idea de quién era mi padre, ni del peligro que corría. Solo a los 24 años, cuando ya estaba casado y con hijos, mi padre adoptivo me lo contó. En 1989 Escobar empezó a asesinar a candidatos a la Presidencia de Colombia e inició una guerra en el país que causó miles de muertes. Entonces mi vida cambió. La amenaza de venganza contra la familia de Escobar se hizo real. Como en mis primeros años en Colombia, aprendí a vivir con un estrecho dispositivo de seguridad las 24 horas del día”, recuerda Phillip.

Cuando Pablo Escobar fue tiroteado en diciembre de 1993, Phillip tuvo la esperanza de volver a la normalidad. “Me enteré de la muerte de mi padre biológico por las noticias de la televisión. Mi primera reacción fue de gran alivio. Al principio temimos las represalias, pero poco a poco las cosas se calmaron y pude recuperar la normalidad”.

A los 53 años, Phillip ha encontrado por fin paz en Mallorca con su encantadora segunda esposa, Julie, y está escribiendo un libro sobre su sorprendente linaje colombiano.“Ocultos en el bosque, aquí, mis vecinos son los pájaros en los árboles. En el impresionante paisaje de Mallorca encuentro inspiración para pintar, que es lo que más me gusta”.“Pinto desde que tuve capacidad para sostener un pincel. Durante mi época en el colegio de Inglaterra, iba a clase al estudio del famoso artista inglés Roy Reynolds, descendiente de Sir Joshua Reynolds, el fundador de la Real Academia de las Artes de Londres. Él era de estilo realista y fue quien me enseñó los muchos trucos de la pintura, que ahora utilizo para lograr los efectos translúcidos de mi obra. También me enseñó a usar capas de pintura y barniz para dar vivacidad”.Phillip sin duda capta los colores únicos de los idílicos paisajes de Mallorca y de su resplandeciente mar turquesa. Sus cuadros son piezas únicas, de coleccionista.Además trabaja estrechamente con varias obras benéficas inglesas, que ayudan a mejorar la vida de los niños de zonas asoladas por la droga.“Tengo la necesidad de enmendar los pecados de mi padre, de resarcir a la sociedad”.

Fotos: Sara Savage

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