En el animado y multicultural barrio de Santa Catalina, entre el zumbido de los cafés y el bullicioso mercado, Michelle Moarbes Grasberger, nacida en Líbano, recibe en su panadería a un flujo constante de lugareños y visitantes. Mientras su marido, el austriaco Thomas -experto en masa madre tradicional- hornea entre bastidores, Michelle está al frente de la tienda saludando a cada cliente como si fuera un viejo amigo, irradiando calidez y hospitalidad. Aunque sus raíces están ahora firmemente plantadas en esta vibrante comunidad, el viaje de Michelle a Santa Catalina ha sido extraordinario, pasando de una carrera corporativa de alto nivel a una vida centrada en la sencillez, la conexión y el arte de reducir la velocidad.
Un viaje a Mallorca
El viaje de Michelle y Thomas a Mallorca abarca décadas, continentes y carreras. Su historia de amor comenzó hace 30 años en el Hotel Intercontinental de Dubai, donde su experiencia común en hostelería sembró las semillas de una futura aventura. Mientras Thomas perfeccionaba su arte en el negocio de la panadería desde la tierna edad de 18 años, Michelle siguió una carrera empresarial en el desarrollo del talento y el coaching, trabajando en siete países. Su vida estuvo marcada por el movimiento constante: Saigón, el Golfo y más allá. Pero al final, la pareja anhelaba algo permanente, un estilo de vida que les permitiera echar raíces y conectar profundamente con una comunidad.
“Tuvimos oportunidades en Nueva Zelanda, Southampton, Austria y, por último, Mallorca”, recuerda Michelle. “Mallorca me parecía mi hogar. Como chica mediterránea nacida en Beirut, el clima, la cultura y la proximidad a la familia de la isla hacían que encajara a la perfección.”
En 2016, la pareja llegó a la isla y se hizo cargo de una panadería de gestión alemana en Can Pastilla. Fue aquí donde comenzó su transformación. Reconociendo la necesidad de un establecimiento centrado en la comunidad durante todo el año, hicieron la transición del negocio a Santa Catalina en 2017 y tomaron una decisión audaz: centrarse exclusivamente en el pan de masa madre tradicional. “Fuimos los primeros aquí en centrarnos por completo en la masa madre”, comparte Michelle. “Pan limpio y honesto: solo harina, agua y sal, tal vez algunas semillas o aceite de oliva. Nada más”. Para Michelle, el pan es más que un sustento. Explica: “En árabe, la palabra pan, aish, también significa vida. El pan debe ser tan natural como la vida misma”.
Saborear la vida lenta
Pero en Thomas’ Bakeshop no se trata sólo del humilde pan. Se trata de los valores entretejidos en el pan. Su masa madre, elaborada con las propias recetas de Thomas, simboliza la paciencia, el cuidado y la autenticidad, valores intrínsecos a la filosofía de vida de Michelle desde que se mudó a la isla. “En mi época de empresaria, la vida era acelerada: siempre corriendo, compitiendo, volando. Pero aquí he aprendido a ir más despacio”, sonríe. Sus mañanas empiezan a las 5 de la mañana, no por necesidad, sino para saborear momentos tranquilos de café, meditación y lectura. Pilates semanal, largos paseos y un compromiso con la vida consciente son la base de sus días. El tiempo que pasó en Asia, sobre todo en Vietnam, marcó profundamente su perspectiva. “En Vietnam, la atención plena es una forma de vida. Las pausas para comer son sagradas y todo el mundo se toma su tiempo para descansar. Aprendí a llevar conmigo esa intencionalidad”, recuerda. Los rituales que descubrió allí -masaje, acupuntura y meditación- se han convertido en pilares de su vida en Mallorca.
La estética de la panadería refleja su filosofía. El espacio está diseñado intencionadamente para que parezca una cocina, invitando a los clientes a quedarse, charlar o echar un vistazo a la estantería comunitaria. “Espero que cuando la gente venga aquí, se vaya no sólo con pan, sino con una sensación de calidez y de auténtica conexión humana”, afirma. En el corazón multicultural de Santa Catalina, el sueño infantil de Michelle de explorar el mundo se ha convertido en dar la bienvenida al mundo a su puerta, creando un espacio donde las culturas y las historias se entrelazan con el aroma de la masa madre fresca.
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